Juanjo Capelli participó a finales de febrero y principios de marzo en el viaje que organizamos por el desierto de Marruecos. Un viaje lejos de los centros de turismo que existen en este mismo país, también lejos de las comodidades de eso núcleos turísticos. Un viaje que buscaba la autenticidad de sentir el desierto, la soledad, el esfuerzo de avanzar entre la arena, el horizonte infinito de dunas, las estrellas del inmenso firmamento, el descubrimiento del antiguo oficio y saber de los camelleros, el sabor de cada plato, un milagro gastronómico que transmite la esencia de un pueblo y un territorio.

Juanjo fue uno de los participantes de nuestro viaje al valle del Draa, vino con la mente y el corazón abiertos, como los viajeros auténticos y nos ha dejado este regalo: sus palabras y sus dibujos.

Os dejamos con las sensaciones de Juanjo Capelli

“El viajero entorna los ojos, la claridad le hace dudar si esa franja de cristal que surca el horizonte es real o es una ilusión óptica. Sabe que es fruto de su imaginación pero aun así, se abandona a la cordura e insiste en pensar que es real, mientras continua caminando por la hammada. Atrás en la lejanía absorbida por la distancia se va difuminando a la vista la cadena de dunas, arena amarilla, limpia, con formas elípticas sólo rotas por las pisadas de la caravana, y que el viento se encargará de volver a colocar grano a grano.

Anoche con el fuego de campamento, se renovó como cada velada la hermandad entre el rol que forma la caravana y el grupo de viajeros. Cánticos y bailes beréber en torno a la hoguera con el tan-tan de ritmos triviales. Un momento antes, el concilio del día: la cena,  ese momento mágico a la luz de las velas, balance del día, camaradería, risas, inquietudes después de haber contemplado desde la duna el atardecer más bello nunca vio, nuevas amistades que pueden ser para el resto de su vida, y así discurre la velada, hasta que todo se vuelve silencio y estrellas.

¿Cuál será la sorpresa gastronómica de mañana?, los comensales dentro de la jaima han sido sorprendidos por el tallin de verduras, zanahoria, nabo y calabacín sobre couscus de sémola de trigo con canela o sopa harira, en la mañana tortitas con miel, café o té, y de nuevo el campamento se levanta, los camellos con su carga caminarán por la planicie, lenta pero inexorablemente hacia el nuevo campamento, que de nuevo, como nómadas errantes, crearán un hogar en la nada.

A algo tan simple como lo relatado se reduce el viaje que he tenido el placer de compartir con Ecoturismo Granada Agencia de Viajes, y su fundadora Teresa, acompañante junto al guía local Brahim. Con ellos he sentido de nuevo la vuelta a la simplicidad, donde sólo necesito lo que llevo en la mochila, sobra hasta el reloj, el que allí miras no lo llevas en la muñeca ni en el móvil (¿móvil?, el tirano debe estar apagado por algún bolsillo de la mochila), nuestro reloj está por la mañana en el Este para vernos desayunar, en el zenit para hacer desaparecer las sombras y en el ocaso en el Oeste, para que contemples la llanura encendida de colores naranja y púrpura, llena de paz y sosiego.

Confío que no estés leyendo esto a la hora que las agujas del hambre se encuentran en punto, porque es inimaginable la oferta gastronómica que disfrutas con tan mínimos recursos, no das crédito a lo que encuentras en la mesa frente a ti, ensaladas multicolor de verduras frescas, sopa harira, kefta, tallin de cordero con dátiles, de ternera con ciruelas, couscus con verduras, arroz cocido con canela, tortilla bereber rellena de queso y aceitunas y todo te sabe a gloria

De nuevo amanece, el sol comienza a perfilar las crestas de las dunas, ayuda a desperezarse el aroma del pan recién hecho, el olor a café, la mantequilla que ha batido el cocinero, la confitura de higos, recolectados en proceso para ello, la miel y el zumo de naranja que te llenan de vida y te lanzan a una ruta  interactiva. De nuevo en marcha, el viajero crea su propia vivencia, él ve lo que nadie vio, percibió el color que nadie percibió y encontró la piedra que nadie encontró. La muestra a sus compañeros como el más preciado de los tesoros, aunque más adelante la acaba sustituyendo por otra inigualable, camina entre un extraño jardín botánico, observando plantas que es inimaginable que germinen en esta soledad inhóspita, semillas que trajo el viento o en el interior de cualquier animal, huellas de los moradores de la noche, o del escarabajo negro, el eterno viajero que tras de sí va dibujando una cremallera en la arena.

Encontramos antiguos núcleos de población de los cuales perduran esparcidos restos milenarios de alfarería, túmulos silenciosos e inertes rellenos de arena traída por el viento, e intuyes desaparecidas kasbah por los restos de muros de adobe que se van reintegrado de donde salieron. Subes a una montaña con una inmensa meseta abierta, como un balcón al fin del mundo, el aire es templado, lo sientes en la cara, la cabeza protegida del sol con el pañuelo azul índigo, y bajo tus pies, el suelo es un tapiz de fósiles. Allí abajo, en la planicie no muy lejos, vislumbras el campamento, los camellos buscan hojas tiernas entre las ramas espinosas de las solitarias acacias, y me sorprendo de lo mucho que hay en un mundo que se encuentra entre el olvido y la nada.

Este viaje se queda grabado en mi para siempre, conservo vivo el recuerdo de mi primer viaje a esta parte tan especial del planeta y me sigue entusiasmando. Volví intentando recuperar lo que años atrás había sentido, pero realmente me ha sobrepasado con creces; ahora voy mas despacio, a pie. Me he permitido dejar en casa el GPS, de nuevo miro la brújula y hago cálculos, ¿Cuántas jornadas nos separan del océano, seguiría la cuenca del Draa? ¿Esas montañas son Argelia?, y mientras caminas, el desierto te atrapa, te contagia, te lleva, quieres volver aquí antes de terminar.

Este es un viaje que no recomendaré porque solo es recomendable para gente que quiera compartir momentos, que quiera estar solo sin sentirse abandonado, que quiera caminar en grupo, que quiera ver las estrellas como nunca las ha visto, que quiera un té en silencio, que quiera recuperar los sentidos, que quiera comer comida, que quiera tumbarse en la duna y acariciar la arena, que haya olvidado lo que es andar descalzo, que quiera sentir la simplicidad o que quiera recuperar algo que cayó dentro de si .

Si no cumples alguno de estos requisitos, inventa nuevos, solo debes encontrar el tuyo, después no tengas miedo, escribe, haz unas fotos o dibújalo, saca lo que te pida el alma, pero ahora espera, no pienses y sigue tumbado sobre la arena templada de la duna mientras observas el lento volar de un pájaro vagando por una senda invisible

Gracias a Teresa, a Ecoturismo Granada por la organización del viaje, a los compañeros que tanto me enriquecieron, al aporte de cada uno de ellos, erudito en su materia, a Brahim y sus cajas de dátiles, a esos cocineros siempre con la sonrisa puesta, y que nos dieron gloria bendita, a los camelleros que cuidaban todos los detalles del campamento y esos ocho camellos que día tras día transportaron por la hammada toda la logística

 

Las ilustraciones y algunas más, las puedes ver en un blog que he realizado en base a un cuaderno de viaje titulado “viaje al desierto” enlace:   jjcapelli.webnode.es

 

Dos años hacía que visité los Dolomitas por primera vez de la mano de “Ecoturismo Granada” y cuando Teresa me propuso volver nuevamente para hacer la Alta Vía 1 no lo dudé, pues la inolvidable experiencia anterior, invitaba a repetir caminatas por los espectaculares paisajes dolomíticos, que por algo están incluidos dentro del catálogo “Patrimonio de la humanidad” de Italia.

En mi caso es habitual hacer las salidas a la montaña por mi cuenta o con el club al que pertenezco, pero en este caso valoré el hacerlo con esta empresa, www.ecoturismogranada.com, lo que suponía la gran ventaja de no tener que preocuparme por nada, ni de preparar los itinerarios, ni buscar compañeros de trekking, o  conseguir los transfers y alojamiento en los refugios al final de cada etapa, tarea arduo complicada sobre todo si las reservas se hacen en un país extranjero. Además, repetir la cordial convivencia con los guías y los amigos de viajes anteriores era un aliciente que echaba de menos y al que difícilmente me podría resistir.

Quedan para el recuerdo muchos de los momentos inolvidables que quiero compartir, como el atardecer en el refugio Novolau, posado en lo más alto de la montaña, donde descubríamos el impresionante paisaje que abarca la casi totalidad de los Dolomitas.  En la última hora del día pudimos disfrutar de un colorido atardecer y, más tarde, de la espectacular luna llena que iluminaba el cielo y la silueta de las montañas de nuestro entorno.

En el Passo Giau contemplamos en primer plano las torres y agujas que pueblan las crestas de los macizos calcáreos, a cuyas espaldas nos aguardaban las praderas a los pies del monte Mondeval, el lago delle Baste y la silueta piramidal del monte Pelmo, constituyendo una de las estampas más idílicas de nuestro trekking.

Desde el refugio Coldai, antesala del macizo Civetta, disfrutamos la emocionante ascensión al Col de Coldai con varios tramos de trepada fácil, aunque un tanto expuestos: una vista privilegiada de las verticales paredes del monte Civetta, y del lago en el que, posteriormente, nos bañamos. Después de la cena, la tarde que se tornó tormentosa nos retaba, tras el chaparrón, a cazar con nuestras cámaras los rayos que a lo lejos surcaban el cielo.

En la etapa más larga, tras virar en la torre Venezia descubrimos un gran circo coronado por pináculos que se erguían sobre nuestras cabezas, uno de los rincones más sobrecogedores de los Dolomitas. Sentí el cansancio por primera vez, pero estaba planificada una paradita en el refugio Bruto Carestiato para reponer nuestras menguadas energías. ¡Unas cervezas acompañadas de una pataticas me supieron a gloria bendita!.

Recordaré siempre los contrastes de andar entre bosques de abetos y hayedos y pasar de inmediato largos canchales, como en el pico Tamer Grande en el que los rayos de sol se dejaban colar entre las nubes, como si una aparición divina estuviera a punto de producirse. La emoción del descenso al refugio Pian de Fontana es también algo inolvidable, aquel transitar por un “sentieri per excursinisti experti” según anunciaban los carteles, ya que la verticalidad y los pasos con cadena se iban sucediendo en la interminable pared.

El último día tampoco quedaba exento de vivencias para recordar: tuvimos que caminar a paso ligero en cotas más bajas y en día caluroso, lo que nos hizo sudar, pero con el premio, para regocijo de todos, de llegar holgadamente, antes de la hora en que estaba prevista, a la parada del autobús a Belluno. Esta noche compartimos en torno a la misma mesa, una buena cena. Celebramos la exitosa culminación del trekking de todos los participantes, algo que era un auténtico reto para los que habían realizado una travesía de este tipo por primera vez, demostrando que los problemas y dificultades personales se pueden vencer con espíritu de superación si uno se lo propone y con el apoyo psicológico del grupo de compañeros y guías.

Espero que el próximo verano volvamos a encontrarnos en las montañas de los Dolomitas o en otro maravilloso rincón alpino.

Agradecimientos a la organización de Ecoturismo Granada, liderada por Teresa y Jaime, así como al resto de los compañeros con los que compartimos esta fantástica travesía por la Alta Vía 1 de los Dolomitas.

El diseño de un trekking y su logística es un trabajo esencial y del que depende el éxito de nuestras travesías.  En este relato os compartimos algunos buenos consejos a tener en cuenta si pensáis ir a Las Dolomitas, la reina escénica de las montañas alpinas.

 En general, los refugios de montaña en los Alpes Dolomitas están bastante bien y se come estupendamente. Muchos responden más al concepto de “hostel” que de refugio. Hay algunos refugios más antiguos y básicos y otros que ofrecen “cierto” lujo, pero todos están en lugares tan maravillosos que nada importa el esfuerzo necesario para llegar.

Pero no siempre podemos elegir el refugio ideal, ya que esto depende de la disponibilidad que tengan en las fechas deseadas y de la etapa que queramos hacer. Esto último va a determinar la elección.

La Alta Vía 1 se define por una serie de etapas que pueden ser modificadas, eligiendo variantes más o menos técnicas, uniendo o dividiendo los itinerarios según nuestras capacidades. El proceso de selección de las etapas es el proceso fundaméntela, al cual seguirá la búsqueda de refugio cercano.  No todos los refugios contestan fácilmente al email o al teléfono y a veces tienes que reservar simplemente con los que sí lo hacen.

En cualquier caso, aquí tienes unos pasos básicos a seguir:

1.- Estudia las etapas de la Alta Via 1 en las publicaciones
especializadas (en inglés o italiano) y define cuidadosamente tus etapas, dependiendo de su dificultad técnica, distancia y desnivel. Por supuesto, estudiar los tracks de otros viajeros ayudará pero no olvides nunca que la etapa óptima para un montañero puede no encajar con el nivel de tu grupo.

2.- Hazte con los mapas actualizados de la zona, donde aparecen los senderos y los refugios. Editorial Tobacco: Número 31, Número 03 y Número 025. Escala : 1:25.000.

3.– Rastrea los mapas y visualiza en Google Earth o Maps. Encontré refugios nuevos que no había en los manuales o mapas de esta manera.

4.– Consulta disponibilidad. Una vez preseleccionados los refugios que encajan con la etapas diseñadas comienza a contactar para ver disponibilidad. Debes hacerlo varios meses antes (desde enero, por ejemplo).
Los refugios abren a mitad de junio y cierran el 20 de septiembre. Algunos están abiertos todo el año para atender la estación invernal, pero otros no, y eso explica que sea tan difícil que te contesten. Los más modernos tecnológicamente tienen reserva on-line que se realiza pagando una cantidad o “caparra”; en el resto de refugios la reserva es por transferencia o se paga allí. 

5.- Valora el precio en caso de tener opciones. Los refugios pertenecientes all Club Alpino Italiano o CAI son los mas montañeros y austeros, y también algo más económicos. Se encuentran por lo general en lugares incomunicados. Las duchas no siempre están aseguradas y, en cualquier caso, ducharse requiere de la compra de un gettone o ficha, que te da para unos 5 minutos de agua caliente (en verdad pueden ducharse 2 personas si se coordinan). Los federados en montaña con licencia nacional tienen un descuente de entre 8,5 a 10 euros en el paquete de media pensión.

6.- Calcula el tiempo de la etapa. Si vas a llegar después de las 5 de la tarde, avisa. Las cenas comienzan entre 6:30h -7:00h de la tarde. Si no habéis pagado por la reserva y se aproximan las 5 de la tarde, los gestores del refugio pueden dar tu plaza a otros montañeros que estén allí esperando.

7.- Es obligatorio el uso de saco-sábana. Si no llevas no es un problema porque siempre puedes comprar un saco sábana de un solo uso, que luego te puedes llevar y usar más veces. En los refugios privados hay sábanas, la ducha caliente está incluida en el precio, las habitaciones son de menos personas y la ratio duchas/personas es más favorable. Obviamente se descansa mejor en habitaciones más grandes, con menos personas y mejores colchones, pero esto te costará alrededor de 15 euros más por persona y día. La elección dependerá del presupuesto que tengas y de la etapa que vayas a hacer, como he comentado al principio, no siempre habrá opciones.

8.- La cena en los refugios italianos. En todos los refugios al llegar te preguntarán que elijas entre dos o tres platos de primero y de segundo. Los platos se suelen repetir en la zona; no falta la pasta cocinada de distinta manera y en versión vegetariana/con carne, la polenta, el estofado (goulash) y las salchichas de carne … Es decir, no faltan hidratos de carbono y proteínas, y en todos los refugios están bien cocinados. Si vais a querer picnic para el día siguiente hay que encargarlo por la tarde.

9.- Lleva contigo unas sandalias ligeras. No se entra con botas de campo en los refugios. Llévate unas sandalias que no pesen o utiliza los zuecos que hay a disposición.

10.- Conexión y wifi. En todos los refugios llega señal de Internet y hay enchufes para cargar que están muy demandados y la carga va lenta. Así que una batería externa siempre viene bien.

Finalmente os dejo aquí algunos comentarios sobre los refugios en los que hemos estado en nuestro trekking de la Alta Via 1 por los que hemos pasado este mes de julio al realizar la alta vía número uno.

➡️ Cinque Torri
Cinque Torri es uno de los lugares emblemáticos en los Dolomitas por sus torres de piedra agrietadas que surgen de la nada. En nuestro caso, pasamos por aquí el primer día y nos detuvimos a tomar nuestro bocadillo y una cerveza bien fresca. A este refugio llegan los vehículos y tiene unas vistas excelentes. Pero este primer día nuestro objetivo era otro y nos contentamos con el descanso antes de dar el último achuchón.
Al lado puedes visitar uno de esos museos de la Gran Guerra que se encuentran en esta cordillera. Los italianos tienen bien presente su historia y la Memoria de los caídos en guerra.
Este refugio es buena opción para la etapa 0 o de aproximación, aunque tardaron mucho en contestarnos a los emails y finalmente nos aseguramos plaza en los siguientes, así que no os puedo contar cómo estaban las instalaciones.

➡️ Averau/Nuvolau
Estos dos refugios comparten un emplazamiento maravilloso y son un buen lugar donde dormir para empezar una primera etapa potente al día siguiente.
Pero hay una gran diferencia entre ellos: Nuvolau es un auténtico nido de águilas que no descubres hasta que lo tienes encima. Para subir desde Averau a Nuvolau has de trepar por un zigzag que atraviesa un espolón rocoso (¡casi 200 m de desnivel añadidos!). El pequeño refugio perteneciente al CAI es más simple, más básico y sin ducha por la imposibilidad de recoger agua a esa altura. Pero las vistas desde la terraza, la puesta de sol, la salida de la luna … merecen la pena sobradamente. La comida está bien y los dormitorios de unas 10 plazas, tienen el espacio justo. Los que se quedaron Averau el refugio “de abajo” o “de los ricos” como dijeron los compañeros, en Averau, disfrutaron de mejor cuarto (¡duchas, sábanas y toallas!) y de una cena con múltiples opciones. Éste no pertenece al Club Alpino y no contempla descuento a federados. El precio va en consonancia a los servicios.

➡️ Aquileia
Estuvimos dudando entre terminar la etapa en Citá di Fiume o en Aquileia. La verdad es que quedarnos en Aquileia fue un acierto total. Es un refugio privado nuevo (tiene apenas un año) que se encuentra en una pradera impresionante. Tiene acceso en coche, ya que hay un camping cercano. En frente tenemos el enorme macizo del Pelmo, que se volvió rosa con la luz de la puesta de sol.
Al paso por Citá del Fiume, el refugio “oficial” de la Alta Via 1, comprobamos que había mucha gente y muchas vacas, así que nos alegramos de la elección.
En Aquileia, en cada habitación de 4/5 personas hay un baño disponible, la ducha caliente incluida en el precio. ¡Aquí descansamos súper bien!

➡️Coldai
Uno de los refugios clásicos de la Alta Vía 1 y perteneciente al CAI. Emplazamiento espectacular con vistas al valle de Agorda y junto a un antiguo circo glacial. Entre los atractivos: acceso a ferratas, al col de Coldai y al lago del mismo nombre. Como la etapa era corta, unos disfrutaron de baño en el lago y otros de la subida al col, cuyos últimos pasos son una trepada expuesta.
Pernoctamos en Coldai porque el refugio Tissi, a unos tres kilómetros, nunca nos contestó y en su web aparecía como cerrado. Luego pudimos comprobar que estaba abierto 🤷🏼‍♀️🤷🏼‍♀️.
Tissi permite repartir la distancia mejor y la calidad de los dos es similar. Así que el año que viene intentaremos ir a Tissi y tomar el picnic en el Lago, ¡¡porque al baño no renuncio!!
Por lo demás, habitaciones muy muy estrechas, donde colocar la mochila requiere destreza y un par de duchas para el refugio, por supuesto con “gettone”. Pertenece al CAI y los federados tienen 8,5 euros de rebaja por la media pensión y pernocta.

➡️ San Sebastiano
La etapa de Coldai a San Sebastiano es larga… la más larga en nuestro proyecto. Llegar allí costó lo suyo por tener que caminar sin más remedio a las horas de más calor y con una gran humedad ambiente.
¿Porqué San Sebastiano? Pues a pesar de haber otras opciones como Vazzoler (etapa demasiado corta pero genial para el almuerzo) o Carestiato, San Sebastiano está en el “Paso Durán” un nudo de comunicaciones de montaña. Siempre hay que tener previsto un lugar donde, en caso necesario, poder optar por poner fin al trekking, y este emplazamiento era ideal para el Plan B. De hecho, si revisáis vídeos de YouTube de la Alta Via 1 podréis comprobar que muchos finalizan aquí, especialmente los que empiezan en el lago de Braies.
¡¡Pero en las cabezas de nuestro grupo de aventureros no se cruzó ni un asomo de idea de abandonar!!
Este refugio tiene habitaciones tipo familiar (cama de matrimonio y una individual, otras de 6 y de 2 y en algunas de ellas hay baño). Nuestro grupo de 13 tuvo dos baños a disposición, ducha incluida en el precio. Las camas están vestidas, ¡todo un lujo! Eso si, el sistema de ducha es en mitad del baño. No hay plato de ducha ni separación, sino que entre retrete y lavabo te duchas, con la consecuente inundación. Esto es frecuente en la zona, incluso en hoteles, alguna razón tendrá.
En definitiva, un lugar con opciones logísticas y que es más un hostel que un refugio. A nosotros, poder combinar los refugios más básicos con estos otros privados y con mejores instalaciones, nos vino de perlas, pero obviamente el presupuesto manda en el bolsillo del montañero.

➡️ Pian di Fontana
Nuestro último refugio vuelve a ser uno de los auténticos, de los del Club Alpino, donde no llegan coches ni nada. De hecho, al igual que en Coldai, los suministros llegan por cable, en un cesto metálico y con motor.
El lugar es idílico y se hace de rogar después de una etapa un tanto técnica y con una bajada difícil y eterna, pero cuando por fin estás allí, te parece que has llegado al cielo.
Se distribuye en módulos independientes, probablemente es una estructura heredera de una zona de pastores.
Nos tocó una construcción con dos alturas, abajo 10 literas y arriba 4 camastros. Abajo, además, hay dos duchas para el grupo con agua ¡¡bien fría!! y en otra puerta hay 2 lavabos y retretes. Pocos se atrevieron con las aguas gélidas, pero a mi no me vino mal después de la sudada del día.
Llevar cualquier cosa allí arriba es costoso y difícil y explica la falta de renovación de algunas cosas, como de las camas. Una de ellas se partió par la mitad al acostarse un compañero. No tuvo consecuencias para el montañero y nos estuvimos riendo un buen rato.
La familia que lleva el refugio es encantadora y la cena la mejor cocinada de todas las que disfrutamos en las montañas.
Llegar hasta aquí es un reto y eso te hace sentir que no lo cambiarías por nada del mundo.

Nuestra experiencia de este año, nos reafirma en este maravilloso trekking y nos ayuda a seguir adelante con algunas mejoras para el año que viene. Alta Via 1 2023

Esperamos que estos consejos os hayan resultado útiles. ¡Esperamos vuestros cometarios!

 

Si pensamos en el Río Tinto y el rojo cauce que tieñe sus aguas, la evocación más clara que nos surge es la que nos lleva a recodar su  pasado minero, que marcó su entorno especialmente a finales del siglo XIX, con la llegada de la colonia británica que gestionaba la explotación de los minerales a cargo de la empresa Río Tinto Mine Company.

El asentamiento británico perturbó profundamente el modo de vida de las comunidades campesinas de las localidades onubenses de la zona. Fue en 1873 cuando el Estado Español vendió a los ingleses las minas de cobre, reconocidas desde la época romana como un riquísimo yacimiento, las minas ya habian pasado por varias etapas de explotación debido a las cuales el asentamieno humano había crecido.

Los ingleses, además traer la teconología de explotación, instauraron su cultura y tradiciones, fabricaron sus barrios y casas y, en ciertos modo, desencadenaron rechazo en la población. Las malas condiciones de vida que generaban las minas produjeron oleadas de protestas entre la población local, situación que se fue recrudeciendo con el paso de los años. En 1888, agricultores y mineros protagonizaron la que podría ser la primera protesta ecológica de la historia, que acabó con la vida de más de cien personas, sin que exista, a día de hoy, un reconocimiento hacia aquellos que no hicieron más que luchar por su dignidad y la preservación de su entorno natural y de su salud.

El motivo fundamental que llevó a este alzamiento popular fue el procedimiento que se empleaba para obtener el cobre en estado puro, conocido como “cementación artificial” o “de teleras”, un sistema de calcinación prohibido en todos los países del mundo en aquel momento, incluido el vecino Portugal. Para ello, se colocaban ingentes cantidades de este mineral al aire libre y se prendían sobre ramajes secos, lo cual llevaba a la emanación constante de humos tóxicos, desprendiendo enormes cantidades de azufre ininterrumpidamente. Se formaba así una extensa nube negra sobre los municipios de la zona, a la que los lugareños apodaban ‘la manta’, y que acarreaba efectos notablemente perniciosos sobre la salud de las personas y sobre la vegetación y los cultivos, fuente de subsistencia.

El 4 de febrero, mineros y habitantes de los pueblos vecinos recorrieron de forma pacífica las calles de Riotinto pidiendo la suspensión de las calcinaciones, bajo las consignas de: ‘¡Abajo los humos!’ ‘¡Viva la agricultura!’ De manera inesperada, se inició una cruenta carga contra los manifestantes. Cientos de víctimas perecieron en una masacre que, a día de hoy, aún no ha sido esclarecida del todo.

La minería en Riotinto ha dejado una huella imborrable en el paisaje natural y cultural de la comarca onubense. La magnitud de la transformación del relieve, la profundidad de las cortas mineras, embudos de vacío que se hunden en el terreno, los restos de toda clase de instalaciones, chimeneas en ruinas, amasijos de hierros, restos de la red ferroviaria, escombros, rocas alteradas a lo largo de kilómetros, todo ello, te deja sin aliento. No obstante, uno de los rasgos más llamativos de esta cuenca, el color de las aguas que le da nombre al río, no es una consecuencia de la minería.

Una inmensa franja de polisulfuros metálicos, la llamada”faja pirítica” de magnitud kilométrica y gran diversidad de minerales atraviesa el norte de la provincia de Huelva y se extiende por Portugal. Las vetas de pirita, calcopirita y otros minerales de azufre son estables cuando están alejados del agua y el oxígeno. Pero en contacto con el agua comienzan las transformaciones ya que se oxidan espontáneamente. El proceso se ve retroalimentado y acelerado por unas bacterias muy especiales: las “quimiolitotrofas” conocidas comúnmente como “comepiedras”. En realidad lo que hacen estos organismos es obtener la energía que necesitan para vivir de reacciones químicas de oxidación de los sulfuros. En el Reino Animal, por el contrario, sacamos la energía de reacciones de oxidación de moléculas orgánicas como la glucosa. Pues bien, estas reacciones microbianes liberan iones férricos y acidifican el agua, causa del color rojo del cauce y de su bajo pH.  El  Río Tinto tiene su fuente bajo una masa de pirita y el agua ha sido roja desde siempre.

Más allá de su particular coloración, el Río Tinto es todo un universo para un microbiólogo. Se trata de un sistema increíblemente heterogéneo, en el cual prolifera la vida en los distintos microambientes. Bacterias de muchos tipos de metabolismo, hongos, protozoos, algas, ocupan los diferentes nichos: la lámina iliminada de agua, el sedimento de las oscuras pozas, la superficie de las rocas, el fango, el borde del cauce que se deseca, las zonas siempre húmedas, cada particular conjunto de condiciones de luz, temperatura y composición química, tiene su propio ecosistema microbiano.

Pero sin duda el ambiente más extremo es el de las zonas profundas, bajo el peso del mineral o de escombro de la minería, donde el oxígeno y la luz no existen, donde la acidez es extema, donde la temperatura puede llegar a 80ºC debido a las reacciones que se producen. Aquí, en un ambiente comparable al del planeta Marte, también viven microorganismos. Y, si hay vida en estos ambientes del Río Tinto, ¿porqué negar la existencia de la vida en el Planeta Rojo?  La Agencia Espacial Europea desarrolla uno de los más importantes proyectos de astrobiología participado por la NASA en Rio Tinto. Gracias al estudio de sus microrganismos se está avanzando en el conocimiento de las condiciones de vida que puede haber hoy y hubo, en el pasado, en Marte. Estos descubrimientos han saltado a la prensa bajo el titular “Rio Tinto, Marte en la Tierra”.

Paisaje minero de Riotinto

La comarca de Río Tinto es actualmente un lugar para la divulgación. Tras el cierre de las minas se ha realizado una gran labor para darle una nueva vida al patrimonio industrial y oportunidades a la comarca. Una visita a Río Tinto es un viaje a través de la historia de la minería, una reflexión sobre el poder transformador de la huumanidad en busca de los recursos.

El visitante debe abrir sus sentidos al paisaje que rodea el trayecto que se realiza en el tren minero, acercarse a las ácidas y rojas aguas del cauce, dejarse impresionar por su color, pasear por las casas de los ingenieros y administradores británicos, tan distintas de las casas andaluzas y, porque no, completar su visita con una magnífica comida con los mejores porductos de una tierra verde de bosque y roja de minerales.

¡Ven a descubrirlo!

Hace tiempo que el ser humano optó por cerrar los ojos y caminar desacertadamente, hundir sus pasos reafirmando un sendero vital que le lleva a eludir su vínculo innegable con la naturaleza.

Aún irrigados por la savia emocional de ese parentesco sustancial, la civilización humana conserva vestigios de esa necesidad de arraigo con el que un día constituyó su propio hogar, y trata de aproximar a su mundo actual huellas que emanan el anhelo de un recuerdo más salvaje.

En las fiestas navideñas nos permitimos revelar algunas de aquellas reliquias que, con el paso del tiempo, han conseguido -por medio de la tradición cultural o, de igual  modo, perpetuadas por su rentabilidad económica- enraizar en nuestras costumbres.

A la cálida atmósfera que se asienta en los hogares en estas fechas, se unen la compañía y vistosidad que aportan algunos elementos naturales. Desde la muy admirada Flor de Pascua -o ‘pascuero’, como se apoda en este rincón geográfico-, pasando por  los característicos abetos, el acebo o el muérdago. Todos ellos comparten el aprecio y el misticismo que despiertan durante estos estimados días del año, así como una gama cromática en la que el rojo y el verde se fusionan y marcan tendencia sobre el conjunto ornamental navideño. No obstante, en ocasiones desconocemos qué circunstancia los instauró como rito en el pasado y los vinculó a nuestras costumbres actuales.

Es posible que uno de los orígenes más intrincados lo ostente la renombrada Flor de Pascua (Euphorbia pulcherrima), la planta navideña por excelencia. Ampliamente distribuida y enlazada a la tradición navideña en numerosas regiones del mundo, cuenta con una designación diversa. Esta ancestral planta endémica de México, donde es cultivada desde los tiempos del imperio azteca, era ya conocida por los indígenas como ‘cuetlaxóchitl’, quienes la empleaban para la elaboración de pigmentos, vestimentas o remedios curativos e, incluso, como ofrenda para honrar a Tonantzin, la diosa de la Tierra.

Con el paso del tiempo, la devoción a la figura de la diosa azteca se transfiguró a la de la propia Virgen María, en cualquiera de sus advocaciones, materializándose en el destacable culto que se profesa a la Virgen de Guadalupe en el país mexicano, a la que se entregaba esta hermosa planta como ofrenda religiosa. Su relación con la Navidad, no obstante, fue simultánea o posterior a esta connotación devota, posiblemente ligada a su florecimiento en los últimos meses del año.

Sin embargo, su popularidad más allá de las fronteras mexicanas se materializó hace poco más de 200 años, por medio de la figura de Joel Roberts Poinsett, el primer diplomático estadounidense que visitó México una vez había el país alcanzado su independencia, en 1821. Poinsett, aficionado botánico, quedó maravillado por la llamativa belleza de esta planta, que adornaba en Nochebuena las calles de la minera ciudad de Taxco. Es por ello que se llevó de vuelta a su país algunos ejemplares, donde comenzó a comercializarse bastante después, en 1929, en una exposición de Filadelfia. Debido al escaso atractivo de su nombre científico, la planta comenzó a ser conocida como ‘poinsettia’, en honor al apellido del visionario diplomático.

Actualmente, existen en torno a 300 variedades distintas, alcanzando una producción próxima a los 500 millones de plantas en la temporada del otoño-invierno boreal.

Respecto a su apariencia, la Flor de Pascua nos confunde. La región de color rojo -la más llamativa de la planta-, al contrario de lo que podríamos pensar, no se corresponde con los pétalos de la popular flor, sino que se trata de brácteas, hojas cuya función principal no es realizar la fotosíntesis, sino proteger a la flor -o inflorescencia-, que en el caso del género Euphorbia se conoce con el nombre de ciato. El ciato es una inflorescencia muy especial, pues consiste en un pseudanto, es decir, una estructura que muestra la apariencia de una única flor, pero que en realidad consiste en la agrupación de varias flores.

Parece que ya conocemos un poco más sobre la planta más colorida y regalada en Navidad. Sigamos descubriendo algunos vínculos curiosos entre ciertos elementos naturales y la época de Pascua.

Si el origen del ‘pascuero’ ha podido resultarnos intrincado, debemos remontarnos aún más en el tiempo para ahondar y desvelar la tradición de culto a los árboles. Fueron los celtas, quienes, imbuidos en sus costumbres y ritos paganos, comenzaron a decoran robles con velas y frutas durante los solsticios de invierno. El árbol ya era considerado un símbolo de fertilidad y regeneración y, mediante la ornamentación que le proveían, trataban de reanimar al árbol, asegurando con ello el regreso del sol y el florecimiento de la vegetación en los sucesivos meses.

Con la llegada del cristianismo y la imposición de nuevos rituales religiosos, ante la imposibilidad de erradicar ciertas liturgias muy arraigadas en la población, se optó por transformarlas. Fue así como, según cuenta la leyenda, un misionero, llamado Bonifacio, llegó a la región de Hesse, en Alemania, en el siglo VIII. Allí existía un venerado roble, consagrado a Thor, el Dios del trueno y la fuerza según la mitología nórdica y germánica. El imponente árbol era ejemplarmente venerado y, cada año, durante el solsticio de invierno, se le ofrecía un sacrificio.

Bonifacio, en su misión evangelizadora, taló el portentoso roble ante la incrédula mirada de los lugareños. Tras leer el Evangelio, les ofreció un abeto (Abies alba), un árbol de paz según la creencia cristiana, al que se asocia con la vida eterna, por su carácter perennifolio, lo cual mantiene sus hojas siempre verdes, y su copa cónica, que señala imperecederamente al cielo.

A partir de entonces, se comenzaron a talar abetos en la época de Navidad y a integrarlos en los hogares durante estas fechas. En torno al 1500, en Tallín (Estonia) y Riga (Letonia), los comerciantes locales instalaron abetos en sendas plazas del mercado, los adornaron con rosas, bailaron a su alrededor y, finalmente, les prendieron fuego, lo que da origen a la decoración e iluminación que los caracteriza a día de hoy.

Actualmente, aunque la tala viene siendo sustituida progresivamente por los abetos artificiales o, mejor aún, por su adquisición en viveros, continúan cometiéndose absolutas barbaries, fomentadas incluso por instituciones públicas. No nos resulta lejano el caso del Ayuntamiento de Madrid que, para este mismo año, ha mandado talar un abeto de 18 metros de altura para instalarlo en la Plaza de España. El abeto, aunque procedente de vivero, carecía de cepellón, por lo que en ningún caso podrá ser trasplantado de nuevo en medio natural.

Adentrándonos un poco en las prácticas absolutamente improcedentes, viene a colación el caso del acebo (Ilex aquifolium), arbusto icónico de la decoración navideña que, en estado salvaje, puede alcanzar porte arbóreo y vivir hasta medio siglo. La tala indiscriminada para el empleo de su madera y con motivos ornamentales en Navidad, llevaron a la desaparición de gran parte de los acebales en nuestro país. Su lenta reproducción imposibilita, además, una regeneración exitosa a corto plazo. Es por ello que este arbusto o árbol perennifolio fue una de las primeras especies en blindarse mediante un régimen de protección, a través de una orden emitida en 1984 por el Ministerio de Agricultura, dado que su regresión ponía en grave peligro su función ecológica.

El acebo desempeña una tarea ecológica inestimable en zonas de alta montaña en regiones del centro y norte peninsular, donde sus bayas constituyen un alimento esencial para aves y herbívoros, así como de refugio invernal para distintas especies silvestres cuando sus ejemplares consiguen alcanzar buen porte y establecerse como una formación boscosa. Un Real Decreto lanzado por el Gobierno español en 1990 dejó a la especie fuera del Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, por lo que sólo goza de la protección que algunas comunidades autónomas han tenido a bien otorgarle. Desde el campo de la biología se cuestiona firmemente esta vulnerabilidad a que se expone al acebo, reiterando la necesidad de reconocer su importancia y escasez en los ecosistemas de montaña y garantizar su protección.

Tras la reseña ecologista y volviendo al hilo principal de este texto, el acebo ya comenzó a ser venerado por los romanos, quienes los regalaban como símbolo de buen augurio en etapas festivas en honor al dios de la agricultura, Ceres. Asimismo, los celtas elaboraban coronas con las ramas de este arbusto, con el fin de protegerse de los espíritus malignos. Durante el cristianismo, nuevamente, se dio una transmutación de costumbres, trasladándose estas creencias a fiestas de carácter religioso, identificándose sus bayas rojas con la sangre de Cristo, y sus puntiagudas hojas con la corona de espinas. Desde entonces, la planta se asocia con ciertos ciclos litúrgicos, otorgándosele en Navidad una connotación de renovación general. Es por ello que suele utilizarse estos días como símbolo decorativo en muchos hogares.

El muérdago (Viscum album) -al que la homonimia confunde designándolo también como acebo en algunas regiones-, por su parte, no goza de tan alta popularidad en estas latitudes como icono ornamental. No obstante, la filmografía anglosajona de temática navideña le ha otorgado, desde hace años, un reconocimiento que le ha permitido traspasar fronteras culturales. Así como el acebo, los druidas de la tradición celta -pertenecientes a la clase sacerdotal en Irlanda- ya le atribuían funciones curativas y fantásticas a esta planta, que se mantenía siempre verde y no llegaba a tocar el suelo. Y es que el muérdago es una planta hemiparásita que, aunque realiza su función clorofílica durante todo el año, sintetiza sus alimentos orgánicos tomando el agua y las sales minerales del huésped al que parasita, llegando incluso a causarle la muerte, especialmente en períodos de sequía prolongada o debido a que posibilita la progresión de otros agentes patógenos, como consecuencia del debilitamiento que ocasiona en el ejemplar.

Bien encaminados andaban los antiguos celtas en el uso del muérdago como remedio universal. Actualmente, la viscotoxina del muérdago, que resulta tóxica en altas concentraciones, es empleada, entre otros fines, en medicina complementaria u oncología integrativa para combatir los efectos secundarios de la quimio y radioterapia, pues beneficia al paciente devolviéndole el apetito, regulando el sueño, tonificando el metabolismo, estimulando el sistema inmunitario o equilibrando la temperatura corporal.

La eminente paz que parece otorgar esta desapercibida planta, la hacía acreedora de propiedades místicas, por lo que, bajo su amparo se podían celebrar matrimonios o declarar la tregua de una batalla, iniciándose de este modo la leyenda del ‘beso bajo el muérdago’, según la cual, aquellas parejas que iniciasen su relación con un beso bajo el muérdago gozarían de una próspera vida de amor conyugal. Esta creencia se extendió geográficamente, llegando a ser considerada como una condición esencial a la hora de formalizar una petición de matrimonio. Para garantizar el éxito del procedimiento, una vez cortado, el muérdago no debe tocar nunca el suelo, de ahí que se mantenga colgado en muchos hogares durante todo el año, otorgando además un carácter protector sobre la vivienda y quienes la habitan.

La cultura humana es compleja y extensa. En ocasiones, olvidamos el umbral de nuestras tradiciones, repitiendo mecánicamente un hábito sin indagar y adquirir consciencia sobre el origen y la base fundamental de costumbres profundamente arraigadas. A su vez, dejamos de recordar el nexo axiomático que nos vincula con la naturaleza, lo cual asienta peligrosamente la ignorancia en nuestra conciencia ecológica, tan requerida y necesaria para afrontar nuestro futuro como especie en este planeta.

Esperamos que este repaso por el aspecto más silvestre de la Navidad haya sembrado memoria y reflexión en vuestras percepciones.